Abril 21 de 1914
Mensaje del presidente Wilson al Congreso de los Estados Unidos.
(De The Daily Mail, 21 de abril de 1914).
WASHINGTON. El presidente Wilson en su mensaje al Congreso dijo: Es mi deber llamar vuestra atención sobre la controversia que ha surgido en nuestras relaciones con el general Victoriano Huerta, de la ciudad de México, situación que reclama acción inmediata y pedir vuestro consejo y cooperación para proceder sobre dicho asunto.
El 9 de abril el pagador del Dolphin desembarcó en el Puente de Iturbide en Tampico con una ballenera (lanchón) y la tripulación de una lancha para adquirir provisiones. Mientras se cargaba el bote fue arrestado por un oficial y un escuadrón del ejército del general Huerta. Ni el pagador ni ninguno de los marinos de la tripulación de la lancha estaban armados. Dos de los hombres estaban dentro del bote cuando fueron arrestados. El referido bote llevaba tanto en proa como en popa la bandera de los Estados Unidos.
El oficial que efectuó el arresto caminaba por una de las calles con sus prisioneros cuando encontró a un oficial de mayor autoridad, quien le ordenó regresara al sitio de desembarque y esperara órdenes. Pasada media hora del momento del arresto las recibió del comandante de las fuerzas huertistas en Tampico, de dar libertad al pagador y a sus hombres. La libertad fue seguida por excusas del comandante y más tarde por una expresión de pena del general Huerta.
SERIA AFRENTA. El almirante Mayo estimó que el arresto fue afrenta tan seria, que no quedó satisfecho con las satisfacciones ofrecidas y pidió que la bandera de los Estados Unidos fuese saludada con especial solemnidad por el comandante militar del puerto.
El incidente no podía ser mirado como trivial, especialmente por el hecho de que dos de los hombres fueron presos dentro del bote mismo; esto es, en territorio de los Estados Unidos. No fue pues un caso aislado.
El presidente Wilson se refirió entonces a los incidentes a los cuales había ya dado atención en recientes declaraciones.
No tengo noticias de quejas semejantes que hayan sido presentadas por otros gobiernos. Como quiera que subsecuentes explicaciones y excusas formales no fueron hechas, no podía alterarse la impresión popular que, posiblemente, trataron de crear las autoridades huertistas, a fin de que el Gobierno de los Estados Unidos fuese señalado (singled out) y pudiera ser singularizado con impunidad por afrentas y desprecios en revancha de su abstención en reconocer las pretensiones del general Huerta de ser mirado como el Presidente Interino Constitucional de la República de México.
Era necesario que las satisfacciones del general Huerta y sus representantes fueran más allá y de tal naturaleza además, que atrajeran la atención de todo el pueblo respecto a lo que ello significaba.
En tal virtud he creído de mi deber insistir en que la bandera de los Estados Unidos sea saludada de tal modo que pueda indicar un nuevo espíritu y otra actitud por parte de los huertistas. Tal saludo ha sido rehusado por el general Huerta. En consecuencia, vengo a pediros vuestra sanción y apoyo para llevar adelante tal propósito. Este Gobierno no puede, ardientemente lo espero, por ningunas circunstancias, ser forzado a una guerra con el pueblo de México.
Pero si el conflicto armado surgiere desgraciadamente, como resultado de la actitud de resentimiento personal hacia este Gobierno, nosotros combatiremos solamente a Huerta y a aquellos que le son adictos y lo sostienen, y nuestro objeto será solamente presentar al pueblo de esa desdichada República, la oportunidad de poner en pie nuevamente sus propias leyes y su propio Gobierno.
Mas yo espero firmemente que la guerra no sobrevendrá. Creo interpretar al pueblo americano cuando digo que no deseamos controlar en manera alguna los asuntos de la República hermana; no deseamos ejercitar jamás nuestros buenos oficios de amistad, sin un pleno consentimiento y completo acuerdo.
NO QUEREMOS EXPANSIÓN. Vengo a pedir la aprobación de vosotros para emplear las fuerzas armadas de los Estados Unidos de tal modo y limites tales, cuanto sea necesario para obtener del general Huerta y sus adictos el más completo reconocimiento de los derechos y de la dignidad de los Estados Unidos. No puede haber en cuanto hagamos el más leve pensamiento de agresión o aumento de nuestro territorio.
Tratamos de mantener la dignidad y autoridad de los Estados Unidos sólo porque deseamos conservar incólume nuestra gran influencia para usos de libertad tanto en los Estados Unidos como en cualquiera otra parte en donde pueda ser empleada en beneficio de la humanidad.
Fuente: Fabela Isidro. Documentos Históricos de la Revolución Mexicana. México. Fondo de Cultura Económica. 1960. 4 vols.
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